Stian tenía una cosa rara que superaba al mal humor y no era enfado. A eso le sumaba dolor de cabeza y espalda. Era algo que había hecho que no le gustara del todo el viernes, que se enfadara con nada y todo, con los colores gris y verde. Algo que le daba ganas de gruñir a todo el que se acecercara y morder si se terciaba. Stian no sabía si quería encerrarse en casa o salir y no volver. No sabía si quería acercarse a "grisyverde" o irse lejos. Tenía un montón de malas palabras en la cabeza que no sabía si debía decir. Quería pegarle un puñetazo a algo, después cogerlo, apretarlo y, tras todo eso, soltarlo... Por suerte no quedaba mucho para el domingo.